lunes, 31 de agosto de 2015

No mirar atrás

Su hogar de los últimos dos años hacía parecer una mala pesadilla la casa de su infancia, era el único lugar donde se había sentido pleno, donde había sido feliz. Y ahora que se alejaba sabiendo que no volvería, trataba de obligarse a no mirar atrás.
Si la volviera a ver, perdería el valor que tanto necesitaba en ese momento.
Era de noche en la cara de la Tierra que se veía por el frontal delantero y la gran mole azul tapaba el sol en la trayectoria por la que se acercaba. Eso solo aumentaba el efecto fantasmal de la luz de la Luna que entraba por los cinco grandes óculos de detrás, blanca y brillante, aumentando los contrastes con el negro profundo de la eterna noche espacial. Ese blanco lo rodeaba y le reclamaba que no se fuera, que diera la vuelta y disfrutara del poco tiempo que tendrían Alba y él antes del inminente ataque terrestre.
Todo lo hacía por ella, por un futuro del que no formaría parte, pero hay cosas por las que es fácil dar la vida. Sería un gran héroe para la historia selenita y erigirían monumentos en su nombre.
Lanzaría su nave cargada de explosivos en un ataque suicida contra la base del rayo tractor que hasta hoy había mantenido al satélite dependiente de la Tierra y a su merced, y le daría los pocos segundos necesarios para conseguir la libertad y desaparecer en el espacio, alejándose para siempre del influjo y la opresión terrestre.
Sabía que Alba lloraría su ausencia, pero poco importaban unas cuantas lágrimas si lo comparaba con la vida de su amada. Le sorprendió que lo que realmente lamentaba ahora era que su cuerpo desaparecería en la Tierra que le vio nacer y que se había convertido en su enemiga, en lugar de en su adoptiva Luna.


Aceleró hasta los límites que permitían los escudos de la lanzadera en una reentrada tan brutal y afianzó la trayectoria, casi vertical, sobre su objetivo. En el último segundo miró por fin hacia atrás y la vio llena en el firmamento y su último pensamiento fue que quizá fuera la última persona en la Tierra que la viera.

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